Querida Santa Juana...

Anónima Zona Sur


15 de mayo de 2020


Querida Santa Juana,

¡Qué alegría recibir noticias tuyas en estos momentos tan difíciles! Las cosas por aquí nos muestran un panorama realmente desalentador, quedan al descubierto todas nuestras carencias, aumentan las desigualdades, pero a pesar de todas estas dificultades, al recibir tu mensaje, me hace replantearme mi visión negativa de lo que estoy viviendo ahora mismo.

Me has hecho descubrir que efectivamente Dios nos alienta continuamente a afrontar nuestros problemas, al igual que lo hizo a lo largo de tu vida. Me va facilitando las herramientas necesarias para sobrellevar las dificultades, una de esas herramientas sin duda eres tú, Sta. Juana. Dios ha sabido ponerte en mi camino cuando más lo he necesitado y ahora no puedo despegarme de Ti. Gracias a Ti me siento unida a todas aquellas personas que, de una forma o de otra, también están unidas a Ti ya sea en la Red Laical o miembros de las comunidades religiosas, educadores, entre todos somos capaces de apoyarnos y alentarnos a ser mejores personas, a ver con una sensibilidad distinta a todos los que nos rodean y procurar reconfortar al necesitado.

Gracias a Ti, procuro buscar la mejor forma de servir en la difícil situación que atravesamos. Por suerte, mi familia aún no se ha visto afectada por la enfermedad que nos asola, pero sí surgen otras dificultades de las que con tu ayuda y la de Dios seguramente se abrirán nuevas puertas o ventanas que las llenarán de vuestra luz.

Gracias a Ti, estoy consiguiendo ser mejor madre y compañera, tratando de poner en práctica ese "acompañamiento" que tan bien nos trasmitiste, ese tender la mano educativamente, respetando la libertad individual de mis hijos. Estoy descubriendo a marchas forzadas que no todos calzan el mismo pie y que es preciso adaptarme a la forma de ser de cada uno de mis hijos. Ahora mas que nunca agradezco la tremenda labor que los profesores de Tu colegio hacen con cada uno de mis hijos, a todos ellos les has dado, sin ellos casi darse cuenta, las herramientas necesarias para llevar a cabo esa gran labor que tú sembraste y que cada día da frutos buenos y abundantes.

No tengo más que palabras de agradecimiento por sentirte tan cercana, como siempre lo está una madre, como también siento a María; por hacerme ver que a pesar de las dificultades el Espíritu Santo siempre está velando por nosotros.

Prometo ser constante en mis oraciones a pesar de las distracciones del día a día; mostrarme también cercana, usando la tecnología que hoy en día podemos utilizar, de los que me rodean y que ahora no podemos abrazar; y en definitiva, ponerme al servicio de los demás.

¡Ah! No quiero despedirme sin felicitarte en tu día, aquí lo celebraremos con un buen pastel y encenderemos una vela junto a tu imagen para tenerte lo mas presente posible en este día.

Tu más humilde seguidora.