Querida Juana...

 Miquel Ferreira Zona Este


Querida Juana:

Que oportuna me ha parecido tu carta en estos días tan duros y tristes. Los humanos somos tan soberbios e ignorantes que nos parece que somos los únicos seres que han pasado por una situación terrible. Nuestra desesperación es tan grande y nuestra fe tan débil que nos lleva a la derrota interior desde la primera contrariedad. Como me ha impresionado tu serenidad en un momento de desolación como el de la epidemia de peste que sufristeis en Burdeos en el 1605.

Cuantos años han pasado y que poco hemos cambiado los humanos. Tu confianza en Dios infinita te pone desde el principio al lado de los que sufren. Sin mascarillas ni guantes, sin gel hidro alcohólico pero tu Juana, en primera línea. De la misma manera que los trabajadores de la sanidad, los de las residencias de ancianos lo hacen hoy. Con la misma fuerza interior infinita que lleva a la compasión y a la misericordia, al amor sin límites a los demás.

Nosotros desde nuestras casas, confinados con los nuestros, perdemos la paciencia y no nos damos cuenta de todo lo bueno que tenemos. Tenemos a los nuestros sanos y todo el tiempo para convivir, querernos y cuidarnos unos de otros. Tenemos un techo, comida, tecnología que nos permite comunicarnos con la gente de fuera. Tenemos momentos para orar, reflexionar, leer. Nos hemos librado de una vida frenética, sin tiempo para lo que es importante y estamos tristes y la echamos de menos. Quizás Juana, esta pandemia sea nuestra noche del Císter. Ayúdanos a escuchar a un Dios que no se quedado callado, que nos habla a través del sufrimiento de los demás y del amor de los que nos rodean.

Me sorprende tu fortaleza ante la adversidad, como reconocer tu pequeñez te hace inmensamente fuerte. Es cuando te desprendes de todo lo superfluo, de todo aquello que no es necesario y te lanzas hacia lo desconocido que aparece tu grandeza. Nos dices que es Dios el que te mueve en esto que llamas esta "empresa", una misión que no tiene fin y que estamos llamados a continuar. Solo una madre como tú sabe que nunca termina la labor, siempre está disponible para lo que haga falta. Con sus hijos, con su familia, con sus alumnos, con los enfermos, con los pobres, con todos aquellos que lo necesiten.

Danos la fidelidad que te movió y que nos has legado a través de tu obra. Qué bueno sentirnos Compañía en medio de esta tragedia y siempre. Qué bueno sentirnos hermanos y en comunión, como nos ayuda a seguir adelante. Regálanos esperanza, haznos ver que la historia de la Salvación continúa y que estamos llamados a continuarla.

Vienen tiempos difíciles madre, habrá mucha pobreza y mucho sufrimiento. Solo el amor incondicional y el tender la mano debe ser la respuesta. La confianza y la fe en un Dios que nos ama y nos salva, la oración y la disposición de la Virgen María son el camino para hacer frente a todas las tribulaciones que nos aguardan.

Gracias Juana por tu carta, nos reconfortan tus ánimos y tu esperanzador mensaje lleno de fe y coraje. No me despido de ti, si no que te digo hasta luego.

Un abrazo madre:

Miquel    - Grupo Terra Ferma