Querida Madre...
Grupo Salinas
Querida Madre,
Quedamos sorprendidas agradablemente, cuando recibimos tu carta el 7 abril 2020. Todas acogimos tus palabras con alegría y sentimos un gran estímulo al vernos acompañadas y guiadas por ti.
La situación en la que nos encontramos es realmente parecida a la que vivisteis en Burdeos. Al leer tus palabras, comprobamos que aquella "empresa" de Tender la Mano sigue viva y presente en muchas personas que colaboran solidariamente en la "realidad" que les ha tocado vivir. El dolor y la muerte de tantas personas anónimas nos han zarandeado, pero también nos ha unido. Hemos aprendido a valorar más a las personas, los momentos vividos, añorar la cercanía del otro y extrañar la calidez de un abrazo.
Aquí, en San Fernando, las religiosas están todas bien, gracias a Dios. Como ellas dicen: "milagrosamente bien", rezando y ofreciéndolo todo por el fin de esta pandemia que está cebándose con nuestros mayores.
Del grupo de la Red puedo contarte que, cada una, en su trabajo, está procurando dar lo mejor de sí: Las profesoras esforzándose al máximo desde sus casas dando clases a los niños a través de internet. Me consta que, al ser una novedad, les está costando bastante, pero no se desaniman y le dedican todo el tiempo necesario para que sus alumnos avancen en este estado tan peculiar.
Las que son amas de casa, están como las religiosas: en presencia de Dios, en oración permanente por todos aquellos que a diario ponen en peligro sus vidas, y no son pocos: médicos, enfermeras, auxiliares, policías y un largo etcétera, que están en primera línea en un constante "tender la mano" por los demás. Son un verdadero ejemplo para nosotras.
Hoy más que nunca la palabra solidaridad hay que llenarla de contenido. Hemos aprendido una nueva lección: "Tener y poder" no pueden nunca colmar nuestras vidas. Ese "tender la mano" tiene que ser siempre nuestro sello de identificación. Sabemos de nuestra pequeñez y de nuestras limitaciones, pero experimentamos que el Espíritu sigue presente y no nos abandona. Tus enseñanzas no cayeron en saco roto y, en todo momento, estamos pendientes de "avivar esa llama" y procurando mantener la amistad entre nosotras. No te preocupes Juana, nunca perderemos la esperanza, porque podemos volver a reconstruir la vida.
Para nosotras, eres pasado, presente, pero, sobre todo, futuro, al saber que nos seguirás iluminando y acompañando en nuestro deseo de seguir construyendo Reino. Gracias.
Unidas profundamente a ti en estos momentos que nos está tocando vivir. Que María Nuestra Señora no nos abandone.
Grupo Salinas