Querida Juana...

Sonia Estepa

Logroño, a 5 de mayo de 2020

Querida Juana:

Que alegría he sentido al recibir noticias tuyas, y poder comprobar que la misión encomendada sigue dando frutos, y que nuestro peculiar modo de hacer Reino, tendiendo la mano, arraiga con profundidad en el corazón de los seguidores de Jesús que se unen a nuestra causa.

No dejaré nunca de dar gracias a Dios por haberte comunicado esta gracia que tanta vida esta generando, y por todos los que, más de cuatro cientos años después, en torno a la Compañía de María, siguen haciendo posible esta forma de evangelización.

Tus palabras me han llegado en un momento difícil, las he leído aislada en mi habitación por tener síntomas leves de Covid-19, pero a pesar del miedo a la enfermedad y la angustia de lo desconocido, estaba tranquila y esperanzada, y tu carta me ha reconfortado al igual que las llamadas y los mensajes de quienes me quieren bien.

Como nos has dicho tantas veces he mantenido la llama encendida por Dios en mi corazón, y a través de la oración he conseguido mirar mi realidad sin angustiarme demasiado, con confianza en los planes del Señor y agradeciendo su presencia en mi vida.

También he podido comprobar que seguimos manteniendo la amistad entre nosotros, ya que son muchas las personas que han estado preocupadas por mí y se han puesto en contacto conmigo para infundirme ánimos y esperanza. Entre esas personas he encontrado aliento en muchas religiosas de la Compañía de María, en miembros de la Red Laical y profesores del Colegio de Logroño.

Tus palabras también han llenado de alegría mi corazón, porque son la confirmación de que estamos caminando con el Señor, que El guía nuestros pasos, nos acompaña en el camino y nos sostiene cuando no podemos avanzar. En cada momento de nuestra historia, tu proyecto educativo y tu senda de seguimiento al Señor responde a las realidades que vivimos y sigue ofreciendo oportunidades a nuestros jóvenes para ser transformadores de sus vidas y de la sociedad en la que les ha tocado vivir.

A pesar del aislamiento en que he vivido muchos días, el Señor me ha presentado la oportunidad de hacer una oración comunitaria con personas que forman parte de la Compañía de María y otras que no, en la que cada día hemos rezado juntos porque se haga realidad el sueño de fraternidad que Jesús quiso poner en marcha. Aislada y confinada me he sentido más comunidad que nunca. Las nuevas formas de comunicación ofrecen posibilidades infinitas, y nos mantienen conectados si, pero nos facilitan también la conexión de corazones, bendiciones e intenciones cuando no es posible mirarse a los ojos, ni sonreírse ni abrazarse.

Cada día siento el abrazo de Dios, la mirada y la sonrisa de Jesús, el aliento del Espíritu, y la cercanía de todos los que creen que tenemos que lograr una vida más humana y digna para todos para alcanzar la verdadera felicidad. Cuantos gestos de caridad y solidaridad han llenado esta pandemia de esperanza y han mostrado el rostro de Dios.

Estaba triste porque pensaba que no podía hacer nada desde mi habitación, y os contemplaba a ti y a tus amigas atendiendo a los afectados por la peste en Burdeos, y sin embargo, al recibir tu carta, he comprendido que se puede hacer mucho aunque no se esté en primera línea. Tus palabras han iluminado mi entendimiento, al final he comprendido lo que Jesús me decía en este momento, lo más importante es no contagiar a otros, cuidarnos todos como sociedad, como miembros de la misma familia.

En estos días he aprendido mucho del cuidado, he reflexionado, meditado y rezado sobre la forma en que Dios nos cuida y como nosotros cuidamos de los otros. Es tan importante saber cuidarse y saber cuidar de los demás.

He contemplado mucho a Jesús curando a los enfermos, y he comprendido la importancia de sanar, liberar, de salvar a las personas. Más allá de la salud de cada uno, y de las consecuencias terribles de esta pandemia, he entendido que debo acoger al otro con ternura y cariño, con compasión y comprensión, para curarle sus heridas, para liberarlos de sus culpas, y así poder anunciarles la Buena Noticia, Dios nos ama con locura y nuestra misión es construir un mundo de hermanos que se quieren y viven unos al servicio de los otros. Esta contemplación ha sido posible porque otros han cuidado de mí antes.

Estos días he agradecido a Dios no solo su presencia en mi vida, sino la de todas aquellas personas que han ido apareciendo en mi vida, y que me han ayudado a liberarme y a encontrarme con un Dios que me ama tal y como soy, y que tiene para mí un proyecto de vida de felicidad plena. Tu Juana tienes mucho que ver en esto, a través de tu testimonio de vida y la de tus hermanas, he sido consciente de la presencia de Dios en la historia de mi vida, y de esa experiencia nace una vocación de servicio al otro que impregna toda mi vida.

Mi seguimiento del Señor, como hace María, es sencillo en mi vida diaria - aunque a veces sea completamente incoherente y cometa muchos errores- asumir la responsabilidad en mi trabajo, tratar de hacer las cosas siempre lo mejor que sé y puedo, estar disponible para mi familia, cultivar mi relación con Dios y con los otros, formar parte activa de la Red Laical y de mi comunidad parroquial, ser caritativa y solidaria, y tratar con mi testimonio de transformar mi realidad concreta para que se parezca más a lo que Dios sueña que sea.

Gracias Juana por tus palabras, por tu propuesta de seguimiento al Señor que me ha liberado y ayudado a vivir mi fe en Jesús con libertad y responsabilidad, y sobre todo gracias por inspirar a tantas personas que siguen hoy haciendo realidad el Evangelio y cuidando de la casa común y de todos los hermanos, luchando contra la injusticia y transformando las vidas indignas en muchos lugares del mundo.

Que el Espíritu de Jesús que nos habita nos guíe para seguir dando buenos frutos y mantenga nuestra confianza en Dios y nuestra esperanza, mientras generamos VIDA a nuestro alrededor, porque nuestro Dios, es un Dios de Vida, un Dios acogedor que nos trata con ternura y compasión.

Que el Señor nos siga llevando a todos a lugares de bendición.

Un abrazo

Sonia Estepa.